Publicada el lunes 2 de julio de 2007
Se ha llegado a un punto de relajamiento de la educación formal que la gente se queda admirada cuando un joven da la impresión de estar “bien educado” como si eso fuera la excepción, incluso lo estigmatizan y es objeto de críticas.
La educación formal es un largo proceso que antes, la escuela inculcaba por conducto de una asignatura que denominábamos moral y cívica. Ciertamente las cosas arrancan en la falta de exigencias sistemáticas a niños en el hogar: en la higiene, la limpieza de los zapatos, la higiene de la ropa, la forma de saludar, las reverencias ante adultos y ancianos, el comportamiento con los vecinos, la forma de sentarse en la mesa y el uso de la cubertería, la bendición al acostarse y miles de rutinas que tienen que ser diarias, sistemáticas, evaluadas, premiadas y vividas por el núcleo familiar.
Pero… en cuantos hogares se esta impartiendo educación doméstica? Y… los profesores?, ese personaje que en tiempo atrás nos ponían en atención en los cursos y nos mandaba a limpiar los zapatos. Donde esta?... Que va, la educación masificada y desmotivada tiro la educación formal por la borda…
Y la sociedad?... la tele… la radio… la trabajadora doméstica de la casa, humilde dama… que pasa más hora con los niños y que van formando lo que será un ciudadano…
Un solo día vasto para comprobar estos estilos dominantes en nuestra convivencia social:
- Un jovencito de forma descortés le robo el turno a un envejeciente en la fila para pagar en el supermercado.
- Un melenudo se le atravesó en una esquina en su auto deportivo a una cautelosa dama que intentaba pasar en verde la señal del semáforo.
- El pasado sábado ingrese a un templo católico al final de la misa a procurar a alguien y un sujeto en voz alta hablaba con su teléfono celular ante el asombro de todos.
- He visto a personas en recepciones importantes toser y eructar sin pedir excusas por el imprevisto involuntario.
- Orinar y efectuar otras necesidades fisiológicas en calles y carreteras de forma desparpajada es hoy en día habitual.
- Tocar bocinas al pie de edificio por apartamentos porque el taxi llego a procurar a alguien. Ni hablar del irrespeto al silencio en la vecindad, hospitales y planteles escolares.
-Vociferar y hablar en tono alto, ya no parece ser privativo de humanos que han pasado su infancia en el campo.
-Aprovecho para invitarle a que en horas de la mañana chequeen el uso de las eses y la proliferación de términos ofensivos en la radio y en la tele local para que comprueben esta preocupación.
-La expulsión de gases intestinales con su correspondiente pestilencia en la vecindad de otros, es para algunos un desafió o una forma de hacerse notar.
- Y que decirme de ciertos interlocutores que a todos los niveles “no dejan hablar al otro”.
El mal educado, por dinero que tenga… es repudiado en silencio, el sujeto educado, fino, elegante en los modales siempre tendrá las puertas abiertas y la gente exclamará a viva voz esta persona es un ejemplo.
martes, 4 de septiembre de 2007
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