Hay una sola cosa en este mundo que el hombre puede hacer sin disponer de medio alguno; dejarse morir. Piense lector y verá que es la única. Todas las otras cosas que hagamos en la vida, desde lo trivial hasta lo más excelso requieren inexcusablemente (además, por supuesto, de las cualidades personales, tanto más exigentes cuanto más ambiciosa sea la tarea) de ciertos medios materiales indispensables. Esto se aplica tanto al hombre primitivo que debió proveerse de una rudimentaria hacha de piedra para poder sobrevivir, como al moderno científico que utiliza computadoras y complejos laboratorios para sus investigaciones.
Aun la persona menos ambiciosa del mundo necesita de los medios materiales mínimos para subsistir: un abrigo y comida todos los días. Si esa persona aspira además a ciertos placeres del espíritu necesitará de medios materiales mucho más complejos: libros, por ejemplos, o escuchar música, para esto necesitará de dos elementos materiales, un reproductor de música, éste a su vez energía eléctrica, y además contar con una mínima cantidad de grabaciones.
Hasta para escribir un simple soneto hace falta papel y lápiz, humildes elementos que en su insignificancia material encierran complejos procesos de fabricación distribución y comercialización.
Si admitimos entonces que todo lo que pueda hacer el hombre en este mundo implica disponer de medios materiales y si tenemos en cuenta que la mayoría de los medios materiales constituyen bienes económicos necesariamente escasos, es decir que tienen un costo de producción, y que por esta simple razón no están alcance de la mano sino que es necesario realizar un previo esfuerzo para poder disponer de ellos, llegamos fácilmente a dos conclusiones elementales:
1. El hombre (¡vaya noveda!) tiene que trabajar si quiere vivir.
2. Si el hombre trabaja en forma racional y coopera voluntariamente con otros hombres para que su trabajo y el de ellos rinda más cuanto mayor sea ese rendimiento de manera de producir aquellos bienes apetecidos en cantidad, calidad y variedad suficientes tanto más llevadera le será la lucha por el sustento diario.
Si el hombre logra esto, ya no será necesario que se mate trabajando solamente para comer. Podrá destinar la mayor parte de sus energías creativas a la producción de medios materiales de orden más elevados con los cuales alcanzar fines superiores.
Queda demostrado, entonces, que el hombre no puede prescindir de los medios materiales en ninguna etapa de su existencia.
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